Ritmo de Tango…

Se sentaba y se levantaba sin cesar. Miraba de reojo todo ese inmenso salón sin saber que hacer. Algo fallaba. Ella lo tenía claro, así no estaba bien y había que moverlo todo. -De primeras se va a enfadar, no cambiará nada, pero se va a enfadar…- Sabía de sobra que a él no le hacía mucha gracia tanto cambio, pero que sabía él. Cambió de sitio los sofás. Cuando hubo terminado de colocar todo, se alejó para verlo todo en perspectiva. Miró de reojo la mesa de ping pong que hace las veces de mesa de comedor, la maldijo por lo bajo. Ya todo estaba perfecto, y él no tardaría en llegar. Se fue al dormitorio donde se desnudó y colocó ese conjuntito que llevaba tiempo guardando y que sabía que lo volvería loco. Se puso la bata y se sentó en el sofá. Cuando escuchó las llaves de la puerta, ella se entre abrió la bata dejando ver su maravilloso cuerpo por el hueco. Ese sujetador le encantaba, a ella y sobre todo a él.  

Él venía después de un duro día, las cosas no estaban yendo muy bien últimamente en el trabajo, y eso le hacía estar más triste de lo que le gustaba. Por eso estaba deseando llegar a casa, para olvidarse de todo y pasar el tiempo con ella. Para darle una sorpresa a ella, se había pasado por un mercadillo que ponían cerca de casa y había comprado un vinilo de tangos argentinos, para escucharlos esa noche mientras cenaban. 

Abrió la puerta, dejó las llaves sobre el recibidor y avanzó leyendo el dorso del disco que llevaba en las manos. Cuando llegó al salón, iba a quejarse por el cambio de lugar de los muebles, y entonces la vio a ella. Recostada en el sofá, la bata se deslizaba por su pálido muslo. Sonreía pícaramente mientras se acariciaba su bellísimo cuello. Él solo pudo más que sonreír como un tonto. Ella se levanto lentamente, dejando caer la bata, y mostrando su maravilloso cuerpo mientras avanzaba lentamente hacia él. Se besaron lentamente mientras ella comenzaba a quitarle la camisa. Y en ese momento él se separo de ella de golpe y le dijo -¿Alguna vez te han hecho el amor a ritmo de tango?-

Mi propia estrella

Puedo ser un virtuoso. Puedo ser un loco.

Siempre ha sido así, cuando eres magnífico en algo, singular, espectacular, un genio alocado que lleva su arte a otro nivel, tienes que tener algo mal/malo. Esas personas que siempre tienen una musa tras ellos, que los guía y eleva hasta conseguir todo lo que se proponen. Y no sólo lo que se proponen, sino que en su viaje hacia lo desconocido, a través de los recovecos de su camino van descubriendo cosas nuevas. Ese tipo de personas que tienen una estrella al final de su camino.

Yo no soy ningún artista. Ni virtuoso. Ni majestuoso ni espectacular en nada. Soy uno más. Lo único que me diferencia de ellos es que yo, sin tener nada de eso, tengo mi propia estrella. Más brillante que cualquier otra. De esas estrellas que al mirarlas sientes su calor aunque la tengas lejos. Que cuando te acercas sabes que te quemarás; cual polilla que se acerca a la llama, y se dirige a su final; Yo soy la envidia de todos ellos.

Mi estrella es más fuerte que todo su arte.

Marejadilla

Ese difícil punto entre bueno y tonto. Ahí me debato desde hace tanto tiempo que ya no sé cuando salí de entre esas dos opciones por última vez. A veces siento que no controlo lo que me pasa. Me dejo llevar mecido por las olas. Y no, yo quiero manejar el timón, dirigirme hacia mi objetivo. Y he aquí lo difícil. Para conseguir mi objetivo tengo muy claro lo que hay que hacer y como hacerlo. El problema viene ahora.

Hubo un tiempo en que un capitán de navío, simplemente levantando una mano, o con una sola palabra hacía que la tripulación recogiese esa orden y la efectuara con la mayor diligencia y efectividad posibles. El honor de la tropa estaba ahí, y todos los tripulantes luchaban por un mismo fin. Era un bien común, y todos, con el honor del trabajo bien hecho por delante se dejaban la piel hasta conseguirlo. Hoy por hoy, cada uno va a lo suyo mientras que el capitán atado al timón grita instrucciones que cada tripulante toma como quiere.

He aquí el problema. El capitán, cuando la marea lo permite, baja a cubierta para comprobar que su tripulación esté haciendo lo que se supone que debe hacer. Nada más y nada menos que su trabajo. Y cuando va pasando puesto por puesto comprobando, que el que más el que menos, nadie lleva su tarea de forma correcta. Unos por falta de conocimientos. Otros por falta de tiempo. Y otros, simplemente, por pura gandulería. El capitán siempre quiere buen ambiente en el barco, que se canten canciones marineras para sobrellevar el pesado trabajo. Pero cuando ve que aquí a todos les importa un «rabano» que el barco se hunda o llegue a buen puerto, es cuando piensa en pasarlos a todos por la tabla y a tomar por culo. Luego se tranquiliza y piensa, busca entre todas las opciones la que mejor venga a todo el mundo para que nadie se enfade. Y lo más sorprendente de todo. Cuando el Capitán más cede para que todos estén contentos siempre hay alguno que se queja de lo que le «toca» hacer. Y el problema es que, se queja de lo que tiene que hacer por que ha olvidado como se trabajaba, y piensa en los tiempos que vagueo por el barco y los añora. Y al final no queda otra. El vago, a la TABLA!

¿Por qué?

Y mi corazón se abrirá como se abre paso la mañana ante la noche.

No quedaré solo. Me acompañaran la angustia, la soledad, la tristeza, la ira.

Todos juntos no dejaremos de beber y de llorar. Llorar y llorar. Y todo por ella.

Las estrellas se vendrán abajo y yo sentado en el borde de la tierra lo observare todo.

Seré el público forzado de esta macabra función, donde se me obliga a mirar como mi mundo se viene abajo.

Culpare a la angustia, la soledad, la tristeza y sobre todo a la ira de mis males. Y luego.

Luego les pediré perdón. Y la culparé a ella. Ella es la culpable de mis males. De que yo me sienta así.

Ella me hizo elevarme al cielo y disfrutar sus mieles. Sobrevolar el mundo riéndome de los simples mortales.

Y de repente recordé el por qué de mi desdicha. Como había llegado hasta aquí.

Fue por ella. Por su sonrisa. Por su pelo rojo. Por su mirada. Por la forma de acariciarme el pelo.

Por sus labios y los besos que me regalaba. Por su blanca piel y su largo y bonito cuello. Como me gustaba besarlo.

Si, mereció la pena y volvería a caer en la trampa.

 

Un idiota feliz

Voy a escribirlo ahora por que no sé si cuando se acerque más la fecha tendré cuerpo para hacerlo o lo dejaré pasar. Hoy es 17 de Agosto del 2012. Hace casi 2 años, por estas fechas, estaba recogiendo a una gran chica, para llevarla a la playa a pasar el fin de semana con una amiga y que me contara su viaje por las americas. Han pasado casi dos largos años. Semanas después de aquel fin de semana de playa esa chica pasó a ser algo más, tarde en reconocerlo, ya sea por mí falta de suerte en estas cosas o por que simplemente me asustaba admitirlo, pero cada vez que clavaba su mirada en mi, puede ser que temblara un poquito. Pues bien, en estos dos años, hemos viajado (mucho), hemos pasado fines de semana estupendos, hemos conocido a gente, y sobre todo nos lo hemos pasado en grande. Llega la fecha o al menos se acerca y me empiezo a poner nervioso. La verdad es que ella sigue preciosa, no, no sigue, cada día esta más guapa. La mayoría no la conocéis, pero tiene una sonrisa maravillosa, cuando sonríe parece que ha salido el sol, se le ilumina la cara, y también ilumina la habitación donde se encuentra. Es más lista que los ratones coloraos! Aunque ella diga que no. Sus ojos son como dos grande faros, son grandes, son bellos, puedes leerlos cuando la conoces, y te pueden hablar. Cuando ella me mira sus ojos me lo cuentan todo. Y ya me he cortado, sabía yo que tenía que escribir todo lo que pudiera de golpe, que al final me corto y ya no me salen palabras. Así que para terminar no diré nada más de ella, no puedo, ella vale más que todas las palabras del mundo y que todos los poemas escritos y por escribir. Ella es mi poema.

 

pd: Ahora mismo estoy sonriendo como un idiota. Pero un idiota feliz. 😀

Ya me he quedado agusto…

Llevo tiempo sin aparecer por aqui, por que francamente, desde hace ya mucho tiempo no me apetece coger un ordenador que no sea el de la oficina,  no sé vosotros, pero a día de hoy, no me apetece ni leer la prensa, ni ver las noticias y la televisión en general. Y por no hablar de las redes sociales que me tienen frito. Sobre todo la del pájarito, se ha puesto de moda el criticar con crueldad y a mala fé, criticar todo por el mero hecho de que se puede. Y lo peor no es eso, hasta ahí lo puedo entender, pero ya es que se critica que se critique, y siempre hay alguno que te sale con alguna frase para intentar que el resto se sienta mal…  «-Me parece muy fuerte que digáis (….) mientras gente se muere de hambre….» escrito desde mi Iphone/Blackberry  Pero SOCIO! estás escribiendo esto desde una máquinita que cuesta 600€ del ala!! Y lo gracioso es el que entra en el juego y se pone a pelearse por ahí… A día de hoy, miro internet y me sorprendo descubriendo la cantidad de periodistas, periodistas deportivos, economistas, comunity managers (esto es nuevo para mí) asesores de moda, modelos, etc etc que hay por ahí. Y yo que soy un simple contable, se me quitan las ganas de intervenir.

En definitiva, me encanta ver como por internet nos matamos mientras pedimos libertad de expresión, libertad de insultar y faltar, libertad de hacer lo que nos de la gana, libertad para ayudar al mundo, libertad para solucionar la crisis. Eso sí, después en la calle se hace bien poco, pero pedir libertades se nos da de puta madre.

SILOGISMOS: 

SILOGISMO 1:

Beber alcohol mata a las neuronas..

..las neuronas que mueren son las mas débiles..

..si mueren las más débiles quedan las mas fuertes e inteligentes..

            Conclusión: cuanto más alcohol bebo más inteligente me hago.
SILOGISMO 2:

Cuando bebemos alcohol en exceso acabamos borrachos..

..cuando estamos borrachos dormimos…

..mientras dormimos no cometemos pecados..

..si no cometemos pecados vamos al cielo..

Conclusión: para ir al cielo hay que ser un borracho.

SILOGISMO 3:

Hoy en día los trabajadores no tienen tiempo para nada.

Sin embargo sabemos que los vagos tienen todo el tiempo del mundo.

El tiempo es dinero.

Por tanto los vagos tienen más dinero que los trabajadores.

Conclusión: para ser rico no hay que trabajar.

SILOGISMO 4:

Imagínate un trozo de queso suizo todo lleno de agujeros..

..cuanto mas queso mas agujeros..

Cada agujero ocupa el lugar en el que debería haber queso..

..por tanto, cuanto mas agujeros menos queso..

Cuanto más queso, más agujeros y cuanto más agujeros menos queso..

Conclusión: cuanto mas queso menos queso.

SILOGISMO 5:

Pienso, luego existo…

Las rubias tontas no piensan, por tanto, las rubias tontas no existen..

Mi amigo dice que no es gay porque sale con una rubia inteligente…

Si una rubia inteligente saliese con mi amigo sería una tonta..

Como las rubias tontas no existen, mi amigo no sale con nadie..

Conclusión: mi amigo es gay!!!

SILOGISMO 6:

A quien madruga Dios le ayuda…

Quien madruga duerme por la tarde…

Quien duerme por la tarde no duerme por la noche…

Quien no duerme por la noche sale de juerga..

Conclusión: Dios ayuda a los que salen de juerga.

SILOGISMO 7:

Dios es amor…

El amor es ciego..

Steve Wonder es ciego..

Conclusión: Steve Wonder es Dios! :O

SILOGISMO 8:

Siempre me dicen que soy un don nadie..

Nadie es perfecto..

Luego, yo soy perfecto..

Pero solo Dios es perfecto..

O sea…yo soy Dios..

Uhmmm…si Steve Wonder es Dios…

Yo soy Steve Wonder!!!

Mierda!!!…soy ciego!!!

Tango

Aún la recuerdo alejándose al sol. Su vestido rojo carmesí bailaba al son del viento. Y ese día el viento tenía ritmo de tango. Un tango triste, de esos, en que la voz de su cantante suena rota, suave y lenta donde los bailarines se mueven con suaves idas y venidas.

Ese día no hubo gritos ni enfados. Simplemente entró, recogió sus cosas y antes de irse se acerco a mí y me beso. Comenzamos a llorar los dos, mientras nos desnudábamos lentamente, sabiendo que sería la última vez que lo haríamos. En silencio nos hicimos el amor como nunca lo habíamos hecho. Sus ojos rebosando lagrimas no se apartaron ni un segundo de mis ojos. 

Antes de salir de la cama me besó tiernamente, como si fuera el prologo del tango que la acompañaría en su despedida. Se vistió en silencio. Su vestido rojo carmesí le sentaba mejor que nunca. Y así, sin decir nada, salió de casa y la vi perderse en la calle, al sol, al ritmo de un maldito tango.

Ariel II

Llega a casa después de un largo día. Venía pensando en la piscina, pero hoy el día no acompaña. Las nubes cubren el cielo y se acumulan cada vez más amenazadoras. Se pone una pequeña rebeca y sale a su jardín. Descalza anda por el césped disfrutando de su tacto fresco. Bordea la piscina y mete un pie dentro del agua. El agua fría eriza toda su piel con un escalofrío que cruza su espalda. Decide merendar, entra a casa y vuelve junto a la piscina con un platano en la mano. Sonríe y recuerda aquel tiempo en el que podía comerse un platano sin ningún chiste de por medio. Se sienta al borde de la piscina con los pies dentro del agua. Comienza a llover, y mientras se va calando poco a poco, disfruta de su platano. Ve pasar a su gata disparada camino a casa. A ella no le gusta el agua. Cuando su gata esta bajo techo se le queda mirando por la ventana. Estará pensando, -Estos humanos están locos…

«Ariel»

Llega a casa después de un largo día. En la entrada se detiene un momento a oler las flores que empiezan a florecer. En estas fechas su entrada se llena de colores vivos. Entra directa a su cuarto, y por el camino deja caer la carpeta, las llaves. Se suelta el pelo sin dejar de dar vueltas por el cuarto. Saca su bañador. Pone la música a todo trapo y se empieza a desnudar mientras va al baño a quitarse el maquillaje. El reguero de ropa te lleva hasta ella, delante del espejo, moviendo su cuerpo al ritmo. Deshace sus pasos y cuando llega junto a su bañador, mientras canta como una posesa, pasa de él. Se encamina hacia la cocina. Abre el congelador y se agacha para coger un helado y de paso se recrea con el fresco que desprende. Ya en el patio, agradece vivir en alto, donde por suerte, no hay nadie que la pueda ver, y desnuda sin pensarlo dos veces y con el helado en la boca, se lanza a la piscina. Buceando la cruza hasta el otro lado. Allí, junto a las escaleras, se sienta. A dejado medio cuerpo fuera del agua. Se recuesta y disfruta del helado. Su cuerpo esbelto y blanco marfil, brilla bajo el sol, y las gotas de agua parecen pequeñas perlas que disfrutan cada centimetro de esa piel. Se va terminando el helado mientras los rayos del sol secan y calientan su piel. Con el helado ya terminado vuelve a sumergirse en el agua.

Cuando bucea así, tan blanca, tan suave en sus movimientos, me recuerda a «Ariel». Sale del agua se ducha y entra en casa. 

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